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La Paz

jueves, 26 de agosto de 2010

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miércoles, 25 de agosto de 2010

Susan Sontag (1933) es considerada una de las intelectuales más influyentes en la cultura estadounidense de las últimas décadas. Escritora, directora de cine y miembro de la Academia Americana de Letras, es licenciada en Letras en la Universidad de Chicago (1951); cursó un Doctorado en Filosofía en la Universidad de Harvard (1957); cursó estudios en la Universidad de la Sorbona, en Francia; y fue profesora en el Departamento de Religión en la Universidad de Columbia. Su primera novela fue “El Benefactor”, escrita en 1963, y le dio la posibilidad de escribir en Harper’s, The New York Review of Books y en The Partisan Review. En los sesenta, influenciada por el momento histórico-cultural que se estaba viviendo, publicó “Contra la interpretación” (1968), una recopilación de ensayos en los que exploró la interpretación de la realidad humana, cultural y artística. Su presencia pública también está signada por su papel como activista de los derechos humanos.

“Contra la Interpretación

En “Contra la Interpretación”, Susan Sontag asume una postura defensora del arte más allá del contenido porque éste es un obstáculo: abusar de su idea es abusar de la interpretación. Luego de realizar un recorrido en la historia sobre la interpretación, Sontag sostiene que interpretar es sinónimo de traducir: “un acto consciente de la mente que ilustra un cierto código, unas ciertas reglas de interpretación”. De esta manera, la interpretación pretende resolver la divergencia entre el significado del texto y las exigencias del lector. Y si se ha llegado a esta instancia es porque el texto ha resultado en cierto modo insatisfactorio para el lector. Sin embargo, por esa misma razón no puede “ser desechado”, sino que necesita ser aceptado en una nueva refundición: otorgándole un significado atractivo para el lector y alejándolo de su significado original.
Defender el arte, para Sontag, es una prioridad. Teniendo en cuenta esto, sólo se discutirá de qué manera se lo defiende. En este sentido, la interpretación (o reelaboración) nunca es aceptada por quienes la llevan a cabo, porque siempre se muestran como los defensores de otros lectores debido a que se develó el significado oculto del texto. En este sentido, “interpretar es empobrecer, reducir el mundo, para instaurar un mundo sombrío de significados”. No sólo se ve en el arte, sino que también se vio posibilitado por teorías como las desarrolladas por Marx y Freud, donde ellos aseveran que “comprender es interpretar”.
La critica que realiza Susan Sontag contra la interpretación no sólo se aplica a las pinturas, sino que también a todas las obras de arte: desde películas de cine, hasta fotografías y libros. La búsqueda de significados ocultos es “la manera moderna de comprender algo, y se aplica a obras de toda calidad”. La interpretación “viola” el contenido de la obra porque en su uso subyace la idea de que la obra esta compuesta por “trozos de contenido”: el arte se convierte en “un articulo de uso” y se sustrae entonces a una clasificación. Se lo degrada. Un atisbo de luz se vislumbra en el desarrollo del ensayo cuando Sontag dice que la interpretación a veces no prevalece. Sólo es posible cuando el arte es parodia o abstracto, como por ejemplo el pop-art.
A la par de Adorno y Horkeimer, Sontag critica la reproducción del arte y su superproducción en masa: “La nuestra es una cultura basada en el exceso, en la superproducción; el resultado es la constante declinación dela agudeza de nuestra experiencia sensorial”. Entonces lo que importa es recuperar los sentidos, para reducir el contenido y VER al objeto. Hay que ver lo que es, no lo que significa.

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por guada

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